El pasado 8 de marzo fue un día histórico para Ensenada, una ciudad no reconocida por la participación ciudadana en movimiento sociales se levantó ante los feminicidios y el patriarcado. Comenzando a las 4 de la tarde en el Parque de la Obrera, la marcha fue recorriendo las calles de la ciudad, cruzando la Reforma, Juárez, la calle Primera y el Bulevar Costero antes de terminar en las Tres Cabezas. 

Se estima que hubo una congregación de más de 1,500 personas. Mujeres y hombres vestidos de negro, morado y verde, gritando y demandando justicia para las víctimas de feminicidio, e igualdad de género para todas las mujeres. 

Un día verdaderamente emotivo e inspirador para el cambio cultural, político, y social que México desesperadamente necesita. La fuerza, sororidad, rabia y esperanza se transmite y se alimenta a través de los cantos y a través de las manos unidas.

La marcha del 8 de marzo nos dejó con un nuevo descubrimiento de la fortaleza que podemos generar como comunidad cuando nos unimos y nos cuidamos mutuamente. Como dice el canto; “el Estado no me cuida, me cuidan mis amigas” – caminar en conjunto nos hace sentir seguras, fuertes, y determinadas a luchar por nuestros derechos más básicos – no solo como mujeres, pero como seres humanos. 

La lucha por los derechos de las mujeres en México será larga, pero ya no hay vuelta atrás. 

Ensenada, una ciudad popularmente muda e indiferente, ha dado su primer grito por justicia.