Hambrienta y Consciente: las razones por las que abandoné la carne
Crecí en una familia obsesionada con la comida. Los temas relacionados con la comida constituyen la mayoría de nuestras conversaciones, y es sin duda lo que dicta las actividades sociales de la semana. Este amor por la comida debe ser genético, porque no cabe duda que me lo transmitieron. Según las anécdotas de mi madre, en cuanto salieron mis dientes de leche, mis comidas favoritas ya eran salmón ahumado con cebolla cruda y mole mexicano; los cuales no suelen ser los alimentos preferidos de un niño de 2 años.
Salud
Siempre fui buena para comer. Durante la mayor parte de mi vida, estaba feliz de ordenar cualquier cosa del menú. Hasta el 2013, cuando diagnosticaron a mi madre con cáncer de mama. Mi familia recibo esta noticia completamente inesperada, ya que hasta ese momento no existían incidencias de cáncer registradas en nuestros antecedentes familiares. Resultó que el cáncer de mi madre era 95% hormonal, muy probablemente influenciado por las pastillas para la menopausia que estaba tomando, y hasta cierto punto, su dieta. Esta nueva y extraña realidad me llevó a buscar respuestas en el campo de la nutrición. Mi mejor amiga, que también se encontraba luchando contra el cáncer de mama de su propia madre, me recomendó que leyera un libro: El Estudio de China, del Dr. Colin T Campbell. Este libro cambió mi vida y me introdujo al mundo de la nutrición “basada en plantas.”
A raíz de este libro, estuve leyendo bastante sobre la relación entre nutrición y el cáncer mientras acompañaba a mi madre a los médicos todas las semanas. Llegaba preparada con preguntas sobre lo que debería estar comiendo. La médico, una de las más reconocidas en ese sistema de salud, me dio una respuesta que, hasta el dia de hoy, me hace rechinar el oído cuando lo escucho de la boca de cualquier médico: “todo con moderación.” Acababa de leer miles de estudios sobre el papel de la alimentación en el sistema endocrino (hormonal), sin embargo, la médico tenía CERO recomendaciones sobre lo que debería comer mi madre. Solo un año después, la Organización Mundial de la Salud de las Naciones Unidas denunció el posible vínculo entre el consumo de carne roja y los distintos cánceres. La respuesta de la doctora me causó una profunda confusión y preocupación que, hasta el día de hoy, intento descifrar semejante incongruencia.
Desconcertada por la indiferencia de los médicos hacia la dieta de mi mamá durante todo el proceso de tratamiento, comencé a cuestionar e investigar sobre el conocimiento que los médicos tienen sobre los impactos de la alimentación en la salud – no solo en ese sistema de salud, sino en la disciplina médica occidental en general. Estamos acostumbrados a pensar en los doctores como el puente de la enfermedad haciala salud. Por eso ponemos nuestra confianza ciega en sus manos, esperando que sean los expertos que nos guiarán a una buena salud y un estado de vitalidad. Sin embargo, la realidad está muy lejos de esta limitada suposición. Llegué a darme cuenta de que los médicos tienen muy poca capacitación (En los 7 años de carrera, rara vez se imparte más de una clase ) sobre el papel que tiene la nutrición en la salud. Si bien, hoy en día las cosas van cambiando, en general, el entrenamiento médico se centra en eliminar una enfermedad específica con tratamientos y procedimientos enfocados a curar síntomas, en lugar de tratar de prevenirlos a través de buenos hábitos cotidianos. Toda esta experiencia, me llevó a darme cuenta de lo desconectada que está la disciplina médica occidental de hacer de la “SALUD” el objetivo principal. Descubrí que la médicina podría extirpar el cáncer de mi madre, pero esta no tendría ningún papel en guiar a mi madre hacía la “buena salud.”
Es a partir de esta experiencia que nació mi pasión por la nutrición.
Medio Ambiente
Paralelamente, me estuve informando sobre lo inmensamente contaminante de la agricultura animal. Las estadísticas sobre este tema son impactantes Según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), la agricultura animal es responsable del 15% del total de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI). La agricultura animal utiliza aproximadamente entre 20% y 30% del agua dulce del mundo y es responsable del 80% de la deforestación mundial. Producir un kilo de carne de vacuno requiere un promedio de 15,500 litros de agua. ¡¡Por solo 1kilo!! Para ponerlo un poco en perspectiva; el año pasado hubo una sequía tan severa en la ciudad donde crecí en México que, durante la mayor parte del verano, en nuestra colonia solo teníamos agua una o dos veces a la semana. La ducha promedio utiliza 50L de agua, lo que significa que 1kg de carne = 310 duchas !!! Irónicamente, aunque no había agua para ducharse, todavía había carne para comer – todos los días.
En 2015, empecé a trabajar para una organización ambientalista, trabajando con temas de política climática a nivel europeo e internacional. Pasaba mis días leyendo estadísticas como las que acabo de mencionar. Estar rodeada a diario de esta información me llevó a considerar los impactos ambientales y de salud de mis acciones y hábitos cotidianos – que antes no solía cuestionar. De repente, me preocupaban los químicos en mis productos de limpieza, la manera en que fueron fabricadas las prendas que compraba, los pesticidas en mis alimentos, las compañías a las que apoyaba al comprar algún producto, etc. Enfrentarme con este nivel de preocupación era relativamente nuevo para mí.
Pensar todo el tiempo en todo esto suena agotador. La mayoría de la gente diría; “No puedes sobre-analizarlo todo o vivirás eternamente atormentada por lo que no puedes cambiar.” Puede que me atormentara, pero también estaba determinada a descubrir todo lo que pudiera sobre el impacto que mis decisiones estaban teniendo. Sentí que me subí a una montaña rusa, llevándome a encontrar las verdades que yacían bajo la superficie de mis acciones. Y sí, muchas veces llegaba a casa horrorizada por el egoísmo humano, pero también me sentía responsable de intentar mi mejor esfuerzo para no ser cómplice, por lo menos a través de las cosas que si puedo evitar. Sentí que el estar informada, se había convertido en mi deber y que debía mirar debajo de la superficie de los hechos constante y criticamente.
Para mí, no comer carne es solo un pequeño paso que yo creo estar dando para cambiar el mundo. Es mi manera de resistir la deforestación del Amazonas. No apoyar a la industria es más efectivo que ir allí y atarme a un árbol. Esto definitivamente no ha resultado bien para la mayoría de los activistas que lo intentaron.
Photo credit: Felipe Werneck CC 2.0
Bienestar de los Animales
No comer carne es mi forma de resistir a las compañías que crían animales en fábricas cerradas, bajo condiciones literalmente de terror, causándoles un dolor y una tortura insoportable. Más de 56 mil millones de animales de granja se matan cada año para el consumo humano, y esto ni siquiera incluye peces y otras criaturas marinas que no se pueden cuantificar porque el número es tan alto, que solo se mide en toneladas. No quiero tener participación alguna en ese sistema, y no quiero dar a esas compañías un solo centavo de mi dinero.
Supongo que esto plantea la pregunta: ¿Por qué no solo consumir animales criados de manera sostenible?
Credito: Cornelia Kopp via Flickr
Personalmente, me he sentido mucho mejor física, mental y espiritualmente desde que no como carne.
Sin embargo, siendo realista sobre el hecho de que la humanidad jamás abandonara la carne, debemos apoyar la agricultura de pequeña producción, local y sostenible. Los pequeños agricultores no solo producen carne de mejor calidad y tienen una huella ambiental mucho más pequeña, sino que son los portadores de conocimientos y técnicas tradicionales. Debemos apoyarlos para que no se absorban al sistema industrial de alimentos (lo cual ya está ocurriendo). Por estas razones, apoyo completamente a los pequeños agricultores, ¡y ustedes también debería hacerlo!
Admito que el bienestar animal fue el último motivo que me llevó a abandonar la carne. Comer animales ha sido simplemente un hecho de la vida a través de la historia humana, que parece como si nadie hubiera considerado realmente no comer animales hasta hoy en día. Si nos detenemos y visualizamos a una vaquita bebé siendo sacrificada para nuestra cena, por supuesto que la mayoría de las personas no estarían entusiasmadas con la idea. Pero esto no fue algo que crecimos imaginando, al contrario, todos los que nos rodeaban nos dijeron que era normal. Pero como nos demuestra la historia; no el que todos lo hagan, lo hace correcto. .
La discusión sobre si comer animales es correcto o incorrecto es muy subjetiva y filosófica: suele ser la mítica conversación incómoda que la mayoría de las personas evitan. Pero como este es mi blog dónde puedo expresar lo que quiero, mi opinión es que si alguien tiene el coraje de matar a un animal, despellejarlo, sacarle las entrañas y hacer todo el trabajo sucio, entonces.. ¡adelante, disfruta tu cena! Naturalmente, la mayoría de la gente -hoy en día- no tendría el coraje.
Por más normal que sea comer animales para la mayoría de la gente, el acto de matar a un ser vivo con nuestras propias manos es una experiencia intensa para cualquiera. Sin embargo, el consumidor no vive esta experiencia. Por lo cual, al no estar expuesto a ella, tanto el acto de matar, como la vida que se está tomando, pierden su significado. A mí me parece que la manera que se consumen los animales hoy en día, es un gran acto de cobardía.
Este es mi mayor problema con el consumo de animales: la mayoría de las personas que consumen del sistema alimentario industrializado eligen permanecer felizmente ignorantes acerca de la realidad detrás de su comida. La mayoría evita recordar que un bistec es una vaca, y el proceso que la vaca tuvo que pasar para convertirse en una hamburguesa. Teniendo en cuenta la cantidad de información disponible sobre el tema, conocer la realidad de donde proviene nuestra comida es accesible para cualquier curioso.
Si no tenemos el coraje para matar al animal nosotros mismos, el mínimo nivel de valor que podemos demostrar es enfrentar la realidad de lo que somos cómplices: a través de la información y del conocimiento.
Creo que es importante destacar que estoy hablando de personas que consumen del sistema alimentario industrializado. El contexto es inmensamente importante. Comer animales siempre ha sido parte de la humanidad, originándose de la necesidad. Hay millones de personas en todo el mundo rural que dependen de sus pequeños rebaños de ovejas y vacas como la principal fuente de sustento para sus familias. Todavía hoy, comer animales es una necesidad para muchos. Para la mayoría de las personas en el mundo occidental urbanizado, este no es el caso.
Comer animales es la norma, es tradición y es una decisión personal que, independientemente de que estemos de acuerdo con ella o no, debe ser respetada. Sin embargo, la elección consciente de permanecer ignorante es una desgracia, y yo creo que no merece respeto.
También existen graves violaciones de justicia social y derechos humanos que afectan directamente a la industria agrícola a nivel mundial – fuertemente presente (pero no únicamente) en la agricultura animal. Existen sistemas elaborados de esclavitud moderna que obligan a los migrantes a trabajar ilegalmente como recolectores de frutas y verduras, y en mataderos. Esta es otra razón importante para apoyar las granjas orgánicas de pequeña producción, de comercio justo – siempre dandole preoridad a lo local. Tambien motivo para cultivar sus propios alimentos, o al menos averiguar sobre las condiciones de los trabajadores de las granjas y compañías que apoyamos.
Animo a todos a leer sobre el sistema alimentario industrial en su país, ver documentales, leer noticias sobre estos temas para entender lo que están poniendo en su cuerpo y a la industria en la que están poniendo su dinero.
Ya sea que escojamos ser veganos, vegetarianos, apoyar a los pequeños agricultores y pescadores, o algo intermedio, a medio tiempo o a tiempo completo; el objetivo es comer con conciencia. Una vez que estamos informados, cualquier decisión que tomemos es nuestra, pero al menos es honesta.
Hoy en día, estas son mis razones por las cuales no como carne. Lo que elegimos comer afecta mucho más que solo nuestro apetito.
Buen provecho,
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