BRASIL: La Novia “Vegana”
Brasil esta entre los cinco países que mas consumen carne del mundo. Mi suegro, como todo buen brasileño mantiene una relación amorosa con su churrasco. Encima de los hábitos diarios del consumo de carne, cualquier día que justifica la celebración de algo “especial” es razón para celebrar la carne en la mesa con mas ganas que el día anterior.
En el comienzo de mi transito en su vida, casi llegue a pensar que mi rechazo a la carne era un pequeño punto negativo en mi puntaje como la nuera perfecta. Mi reputación como “la novia que no come carne” resonó por la familia mucho antes de mi llegada.
Lo chistoso es que ni siquiera soy vegetariana…como mariscos cuando son frescos y de origen local. Lo cual realmente solo elimina muy pocas cosas de mi dieta: carne animal terrestre. Sigo comiendo TODO lo demás, incluyendo: huevos, queso, mariscos, azúcar, gluten, fritanga… ¡todo! De cualquier manera, el puro hecho de no comer carne parece desconcertar a la gente, causándoles una profunda confusión. Al no consumir carne automáticamente entras en la categoría de gente complicada que no come cosas, y la line entre vegetarianismo, veganismo, intolerancia a los lácteos, o alergias a nueces se vuelve casi invisible.
Sin embargo, en el caso de mis suegros, su desconocimiento de mis hábitos se manifestó de una manera muy adorable, con una mezcla de curiosidad y agobio. Creo que soy la primera “vegetariana” que entra en sus vidas, porque a pesar de comer mariscos – vegetariana, y a veces hasta vegana era el titulo otorgado. Intento alejarme de estas categorías ya que no siento que quepo completamente en ninguna, pero ya estoy acostumbrada a que, curiosamente, muchas personas y culturas asocian los animales marinos más con vegetales que con “carne.”
Consciente de que estaba a punto de pasar 3 semanas en un hogar brasileño, con la parrilla en el centro de la casa como un altar, sabia que mis hábitos alimenticios estaban en el borde de la zona roja. Admito que imaginarme pasando 3 semanas disculpándome por mis decisiones alimentarias me angustiaba un poco. Sin embargo, lo que yo imagine seria una experiencia de altos contraste en un país mega-carnívoro, resultó confirmarme que las tendencias veganas y vegetarianas están disparándose por todo el mundo, pero también que los “vegetarianos” y “carnívoros” podemos cohabitar en harmonía.
Vive y Aboga
Toda persona que no come carne sabe lo que es recibir mas atención de la que nos gustaría a la hora de la comida. El intento de ejercer tus decisiones alimentarias en silencio a veces es imposible sin tener al resto de la mesa como espectadores y comentaristas. Muchas veces esto puede ser irritante, pero lo que he aprendido en mi trayecto alimenticio es que estos son los momentos mas importantes. Aquellos momentos donde tu estas viviendo tu vida, practicando tu filosofía en silencio sin intención mas que sentarte dentro del confort que te causa, mientras que otros que son ajenos a ella, te observan.
Abogar por un cambio alimentario, particularmente aquel de abandonar la carne es un tema terriblemente polémico. Existen muchas maneras de abogar, y muchos de los que pelean por esta causa son criticados por utilizar estrategias agresivas y extremistas.
Muchas de sus campañas y discursos son vistos como “agresivas” por el puro hecho que incomodan al publico. En mi opinión, son necesarias. Son estos activistas quienes crean una ventana a la realidad de la industria animal, una realidad que las compañías confían en que jamás llegara al consumidor. Por más incómoda que sea, enfrentarse con la realidad de vez en cuando, crea conciencia.
Por otro lado, estas mismas campañas también llegan a ofender a un público que solo por su rechazo a las estrategias del movimiento se convierten en oponentes ávidos. Lo cual resulta en una enorme polaridad de paradigmas, y casi rivalidad entre ellas.
Nunca fui muy agresiva en mi posición porque mucho antes de que yo dejara de comer carne, percibí como el discurso vegano era ampliamente rechazado por la gente a mi alrededor. Vi como la gente identificaba el veganismo como un movimiento social gritón y enfadoso, a quienes era fácil y mas cómodo simplemente ignorar. Entonces cuando me comencé a interesar mas en este tema, sabía que, a pesar de escucharlos y estar de acuerdo con sus discursos, no sería esa mi manera de abogar.
He descubierto que la mejor manera de tener mayor impacto dentro nuestro propio mundo, es simplemente enfocándose 100% en si mismo.
Comer con la intención de practicar nuestras creencias e implementar nuestra filosofía, explorándola y desarrollándola con cada día. Al dedicarnos plenamente a nuestra propia misión, el esfuerzo esta dedicado a aumentar nuestro propio conocimiento para tener los datos y la información que nos ayudará a entender con mayor claridad la realidad que intentamos cambiar. Esta intención y dedicación contagia y educa – sin gritar y con el puro ejemplo.
Abogar Comiendo
La gran mayoría de la gente se agobia cuando tienen que recibir a un vegetariano en casa, ya que su cultura y hábitos lo han enfocado casi estrictamente en la cocina animal. Para ambas personas, estas situaciones pueden ser incomodas. El anfitrión no sabe que cocinar y el invitado se siente mal por incomodar.
Por mas que mi gran anhelo es que cesara el consumo de animales industrializados, mientras eso no pase, yo no espero que todo el mundo se adapte a mi. No podemos vivir con la expectativa de que todos a nuestro alrededor vivirán al estándar que nosotros creemos ser el correcto – simplemente así no funciona el mundo, ni las interacciones humanas. Al enfrentarme con situaciones sociales donde existen diferencias de hábitos y paradigmas, me sumo a ellas con toda seguridad, humildad y respeto. Comunico que soy de muy baja manutención y nadie tiene el deber de adaptarse a mi, al contrario, yo me adapto al mundo.
Son estas situaciones los obstáculos que debemos enfrentar con entereza para demostrar que nuestras decisiones alimentarias son personales, y no un resultado colectivo social. Lo que escogemos poner en nuestra boca es la decisión más personal que tomamos diariamente, pero al mismo tiempo, también la más social.
En Brasil, así fue. La novia que no come carne, sin querer-queriendo, llegó a silenciosamente cambiar un poco el ritmo de la cocina. La fama creada por mis propias recetas vegetariana que unos de los familiares habían probado se quedó impregnada en sus memorias, y noticias de mi vegetarianismo corrieron por el resto de la familia.
Yo llegue a sus hogares con esa pequeña sensación de vergüenza por no querer incomodar. Sin embargo, fui acogida por un maravilloso núcleo de personas, todos quienes hicieron el esfuerzo de cocinar algo fuera de su zona de confort. El humilde y genuino esfuerzo de incluirme en todas las comidas, inevitablemente los motivaba a explorar recetas y restaurantes que imagino no suelen frecuentar. Claro que hubo comidas donde la carne no se escatimaba, pero la reducción del consumo animal en su dieta durante mi estancia fue enorme.
El interés y la disposición que mis suegros tuvieron ante mi “vegetarianismo” fue un lindo fruto de la convivencia. Para mí, estas interacciones son la raíz del verdadero cambio. Porque el cambio personal nunca llega a la fuerza, ni por la imposición de la visión de otros. Sin molestar a otros ni criticando agresivamente sus hábitos, orgánicamente nace la complacencia de compartir una comida que todos disfrutan.
Me he dado cuenta de que, para muchos, comer carne todos los días no es tanto por preferencia, sino por falta de experiencia y creatividad en la cocina. Por eso la mejor herramienta que existe para descubrir y compartir esta filosofía, es cocinando.
En este post, le quiero agradecer a mis suegros por recibirme con los brazos abiertos, por todas esas deliciosas comidas que me prepararon, los talleres de cocina, y por aceptarme aunque no comparto su pasión por la picaña.
Obrigada, e bom proveito.
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José.
Muy bueno Ana!
Ha sido un plazer tenerte aca.
Tenemos muchas saudades de tu presencia.
El post está una belleza.